lunes, 14 de julio de 2008

Querida Amapola:

Quiero regalarte un verso que no salga de mi alma,
Ya que no la tengo,
Con el pasar de las horas menguantes
Me salió poesía sin querer queriendo,
Ahora ando buscando lo que es mío
Si es necesario llegaré al mismo infierno.

Por el crucero de la vida
A través de los mares de la desgracia
Siempre es conveniente tener a mano
El salvavidas bajo la almohada,
No vaya ser cosa,
Que una pena le atormente el aura.

Una vez soñé contigo
Y me decías tantas cosas bellas
Que ahora no recuerdo

Lo que si aún si tengo en mente
Es tu dulce voz que me decía
Pienso algo lindo, ¿y tú?
Y yo tímidamente respondía:

Pienso en lirios rojos y ventanas con espejos,
En deseos cautivos, apresados por el miedo
Que anhelan ser libres
En un mundo de misterios

También en luciérnagas perdidas
En el abismo de la noche
Buscando la luz del día
Para calmar sus temores

También en volcanes activos, por cierto,
Cuando escupen sus ardientes declaraciones
A montañas silenciosas
Avergonzadas por las erupciones

Pienso cómo el clavel se sonroja,
Cada vez que ve con alegría
Cómo el sol le está alumbrando
A su bella rosa maría

Mientras observaba la naturaleza
Me fijé además cómo un lago reflejaba
A un cielo opacado con delirios de grandeza,
Fue tanta la ira de éste
Al verse tan mal reflejado
Que escupió granizos al pobre y seco lago.

Obviamente le cayeron a la tierra
Sin embargo, ella esperó que el sol apareciera
Y le regaló un jardín de crisantemos dorados

Espero que mis versos te hayan gustado
Lógicamente recompensa ando buscando,
Tan generoso nunca he sido,
Pero sólo con una sonrisa
Eternamente estaré pagado.

Atentamente a usted,
El loco de los ojos en vitrina.

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